Seis
días y cinco largas noche de visceral lucha interna. La última vez que hice el
mismo proceso de limpieza fue mucho más liviano, llevable, pero está vez está
siendo mucho más duro. El primer par de días, el hambre es la única y
omnipresente protagonista, te consume, verifica con mano de hierro tu
convicción, se ríe de ti, y lo hace de manera gradual, hasta que al final esa
risa abruma cada uno de tus pensamientos; la segunda noche los sueños se
convierten en un desfile de cortos sobre comida, comer o comido; algo que ahora
des de la distancia se ve como simpático, pero que durante el proceso, se vive
con poca gracias.
La
primera vez que hice este “Colonic Fasting”, cuando se fue el hambre, estaba
más o menos bien, flojo, pero bien; esta vez no, esta vez han sido cuatro días
muy intensos: físicamente sin un ápice de energía y mentalmente profundamente
oscuro y decaído.
Esta
noche ha sido la subida final, final y radical. Habré dormido unas cuatro
horas, si las he dormido. Me fui a la cama a las 10:00 y a las 4:00 aún
maldecía el reloj. Contando que estuve leyendo una hora, deja la operación en
cinco inacabables horas de combate con mi mente: chillaba, jugaba, se repetía,
se contradecía, se maldecía…; llegué al punto de pensar en tomarme una
Dormidina, pero me pude reponer, convencer.
Entonces,
cómo pasa a menudo, después de la noche ha llegado la mañana. A las ocho, debemos
despertarnos para realizar el proceso de “colonización”, -para los que no sepan
de que va, podrán encontrar una descripción más completa en los escritos del
pasado Agosto- el litro y medio de agua con café por vía anal, el barro
ingerido, así como las hierbas y vitamina C. Esto es una rutina que se debe
realizar a diario, sin excepción, y hoy de verdad que no me veía con coraje de
si quiera empezarla, pero una vez más, el narrador se ha convencido y lo
realizado satisfactoriamente. Más tarde teníamos una de las clases teóricas y
luego dos horitas de relax antes de una clase de cocina natural; el relax ha
consistido en sentarnos, yo y mi compañero de hambrunas I., en el sofá, apenas
hablarnos y mirar algo el móvil y mucho la pared mientras íbamos suspirando, a
destiempo o coordinados. En un momento dado de este proceso de auto derrumbamiento,
me encabritado conmigo, mi yo, mi subconsciente y básicamente todo lo que se
menea y he decido refutarme a mi mismo y salir de ese antro de mierda interno.
He meditado algo menos de media hora, para intentar encontrar algo de energía
restante y cuando he creído tener y retener lo suficiente, me he puesto a
andar, pero andar, andar; he andado una hora y cuarto a lo que me daban las
piernas, mientras pensaba: “Sino puedes cagarlo, quémalo”, para ser franco lo
pensaba en inglés porque era mucho más melódico, “if you can’t shit it, burn
it”, y el cuerpo ha escuchado, carai si lo ha hecho, he empezado a sudar y
cuando más sudaba más energía recibía… total que ha sido un proceso muy liberador,
hasta el punto que puedo aventurarme a advenir que nos despedimos de los días
grises para deleitarnos con la renovada luz que parece aparecer.
Para
acabar el relato de hoy, y con el permiso de mi compañero, voy añadir un
anécdota que él ha vivido mientras yo atendía unos asuntos personales. Pues
bien, resulta que I. atendía con atención la lección, -cómo siempre hace,
persona responsable y respetuosa dónde las haya,- la clase de cocina de H., la
“profesora, guía o como quiera definirse”, para una mejor referenciación, la
clase de cocina es práctica, por lo que H. explicaba mientras manipulaba
algunos de alimentos con los que trabajaban; H., es una mujer de 64 años que es
la responsable de todos estos proceso de limpieza y que tiene la curiosa tendencia
de que cuando esta explicando, hablando o escuchando de pie, adopta una curiosa
postura de flamenco, apoyando unos de sus pies en la rodilla contraria, creando
así un imperfecto pero solido triangulo; pues bien, en este momento concreto de
la experiencia, ella se encontraba en esta posición, y aquí viene la anécdota,
realizando su explicación ha hecho una pausa, para tirarse un boina de unos
seis o siete segundos, I. no está muy seguro del tiempo, se conoce que se
impacto en demasía para cronometrar en condiciones… por cierto, por los que no
lo han pillado: boina = súper pedo. Pasada la boina o sombrero de mejicano,
según se disponga, a proseguido su explicación sin mediar disculpa ni apunte a
lo sucedido, a lo que mi amigo I. y otra de las participantes del curso, no les
ha quedado otra que mirarse con cara de búho a las doce de la noche, I. ha
tenido que luchar durante un largo minuto para no reventar en el suelo de risa.
-
Amigo I. así es el mundo natural y de los naturistas, puedes hacer lo que
dispongas mientras lo hagas actuando con naturalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario