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lunes, 11 de julio de 2011

Dicotomía

Cuando tus ideales se contradicen a tus acciones, el cuerpo y la mente sufren de esta dicotomía. Entonces empieza un proceso de persecución de alternativas que empujen a tus actos a ser consecuentes con tus ideales. La mayoría de veces de manera irremediable la conclusión es que en estos casos no se pueden encontrar puntos intermedios, pongamos de ejemplo mi caso personal, que conozco, analizo y vivo a diario.
Soy empresario, emprendedor o como quiera etiquetarse. Vivo del capitalismo y mis principales pericias profesionales están destinadas y diseñadas a ese fin. Empecé a trabajar con 15 años, desde los 16 empecé a estudiar y trabajar al mismo tiempo, estudios especializados destinados al magnífico mundo laboral… y así se sucedieron los años, uno tras otro, forjándome como futuro engranaje de un sistema que ya entonces intuía y detestaba. A los 20 años se produce un crack interior que me conduce a un semi despertar interno, al que básicamente definiría como la realización personal que esta manera de vivir la vida que nos viene tipificada desde nuestra educación, pasando por nuestra historia hasta nuestro devenir, es a mi modo de entender una auténtica gilipollez. Ese sentimiento lo guardo, entiendo que no puedo buscar una vida paralela sin tener algo más de libertad que en este mundo dónde yo resido depende en gran parte del dinero, por lo que hago un trato personal: aprovecharé el sistema establecido para generar riqueza y que esta me permita comprar tiempo para perseguir la verdad en pro de mi autoconocimiento para que antes de cerrar los ojos, al menos, haberme enterado de algo. Pero había algo con lo que no contaba…
Si convives con el sistema, formas parte de él por lo que te contaminas de su veneno y eso veneno pasa a ser otra parte de ti. Sí, es posible desprenderse de ese veneno, pero no es fácil. Cuando más tiempo te tome salirte de sistema más tiempo tendrá el veneno para trabajar y lo más seguro que para cuando no puedas soportar más sus efectos, te sea muy difícil prescindir de este, un efecto muy parecido a las drogas. Este es el miedo que me persigue y del que quiero desprenderme, pero entiendo que sólo existe una dirección para eliminarlo y es la contraria a la actual.
Aunque el escrito de por si parezca dramático, no lo es, citando a William Ernest Henley “I am the master of my fate, I am the captain of my soul”, esa debe seguir siendo la parte importante a tener en cuenta, aún gobierno mis actos y aunque decidir siempre es complicado, resulta que ese es el derecho que define nuestra libertad y el valor de su aplicación nos definirá como individuos así como las consecuencias de sus resultados serán siempre de nuestra responsabilidad, por lo que no me asusta tomarme mi tiempo en elegir sólo temo por la deformación de mi raciocinio causados por la conformidad o confortabilidad. El agua estancada es la que con el tiempo pierde su potabilidad, por el contrario el agua que fluye mantiene su pureza.